jueves, 3 de marzo de 2011

Afán escópico e intervención social.

Hace un par de meses ocurrió en la comuna de Parral, un hecho noticioso que dio que hablar por unos exiguos 3 minutos a la televisión y que, si lo consideramos con mayor profundidad, nos haría estremecer por varios años.

La historia trataba de un grupo de niños que vivían habitualmente en las calles de la comuna y que por diversas circunstancias, eran objeto de explotación sexual por parte de una red de adultos. Hasta ese momento, la historia no revestía mayor relevancia por cuanto quienes explotaban sexualmente a los niños eran investigados y puestos a disposición de la policía y tribunales.

El punto controversial tenía que ver con la lentitud con que los niños develaron la existencia de la explotación sexual de la que eran objeto, la desprotección en que quedaron después que la policía detuviera a quienes “apoyaban” económica y emocionalmente a estos niños (y que eran los mismos explotadores) y, finalmente, la estigmatización que sufrieron los niños por parte de los medios.

La lentitud del descubrimiento de la situación de explotación sexual tenía que ver, más que con la destreza de la policía para desbaratar redes de explotación sexual infantil, con la incapacidad de varios programas sociales específicos, por lo que habían “egresado” estos niños previamente, para identificar la situación de explotación.

¿Por qué digo esto?.

Porque la situación de explotación fue detectada por el relato que hiciera un niño a un agente comunitario de la OPD de la comuna. Nos podríamos preguntar por tanto: ¿era esta una situación que podría haber sido detectada con anterioridad o más bien quedaba circunscrita al develamiento que hiciera el niño cuando quisiera (y que no se circunscribe sino a la propia dinámica de explotación).

Ninguna de estas opciones resulta concluyente ni logra responder a lo que sucedió, sin embargo, y a pesar de la respuesta (policial y judicial) oportuna, la pregunta ronda:
¿Vieron los programas sociales en que participaron previamente los niños, la explotación?.
Planteo el plano escópico como un campo de interrogaciones plurales y abierto también a otras intervenciones sociales.

El funcionamiento de este “ojo” el que me parece inquietante.

¿por qué?

Porque es posible que las intervenciones sociales que se orientan a campos superespecializados, como en el caso de la ESCI (Explotación Sexual Comercial Infantil en niños y niñas), presenten un déficit escópico que, paradojalmente, les muestre directamente aquello que ven y que no quieren ver, sin embargo, este dilema se plantea más allá del calibraje del recurso humano; como un área íntima de la intervención social que debería ser ponderada y mensurada a fin de determinar claramente lo que se ve (y que eso sea lo que se vea) y no ver que no se ve diciendo que se ve.

Ángel Marroquín Pinto
Magíster en Trabajo Social
Pontificia Universidad Católica de Chile

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